Muchos de los que han asistido a nuestros retiros o sintonizado nuestras conversaciones de Dr. Joe Live y del grupo "Salir del Monasterio" me han escuchado hablar sobre lo que significa hacer que el corazón florezca. Como estamos en plena primavera, aquí en el hemisferio norte, y nuevos brotes aparecen a nuestro alrededor, pensé que sería un buen momento para explorar lo que significa cultivar un corazón floreciente.
Muchas cosas en la naturaleza toman su tiempo. Plantamos una semilla en la tierra fértil, y tenemos que dejar que la semilla germine. Necesita un equilibrio saludable de elementos y un entorno propicio para el crecimiento, de modo que empiece a echar raíces en el suelo y desarrolle un brote que salga a la superficie y crezca hacia el sol.
La regamos. La alimentamos. Quitamos la maleza a su alrededor. Con las condiciones y los cuidados adecuados, el potencial de la semilla evolucionará hasta convertirse en forma.
El corazón es igual.
Despertar el alma
¿Qué nos lleva al deseo de hacer florecer nuestro corazón?
Muchos de nosotros estamos acostumbrados a vivir en estado de supervivencia, inundando nuestros sistemas con las hormonas del estrés. Esto también significa que muchos de nosotros hemos cerrado nuestro corazón. Porque el corazón es el centro de la creación… y cuando estamos estresados, no es momento de crear. Es momento de sobrevivir.
Cuando estamos en este estado, nuestras personalidades —con nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos programados— toman el control. Y nuestras realidades personales reflejan esta experiencia inproductiva de la vida. Es como ver repeticiones del mismo programa de televisión todos los días. No hay sorpresas. No hay descubrimientos. No hay misterio. Tomamos los programas —nuestras viejas historias y recuerdos— del pasado familiar y conocido, y los superponemos a lo que se convierte en el futuro predecible.
¿Y qué le sucede a nuestra alma? Parece que se fuera a dormir.
Al alma le interesa que su experiencia evolucione . No le interesa lo mismo todo el día, todos los días. Prospera en el misterio. El alma anhela lo desconocido. Quiere ampliar su experiencia en su viaje de regreso a la fuente.
Entonces, para pasar del estado de supervivencia al estado de creación, necesitamos condiciones favorables para agitar el alma. Necesitamos despertarla de su sueño.
Del terreno baldío… a la tierra fértil
Por desgracia, para muchos de nosotros el alma suele despertar cuando nos enfrentamos a una crisis. Cuando llegamos a un punto en la vida en el que vemos que nada fuera de nosotros va a hacer que las emociones que sentimos en la supervivencia —vacío, enojo, miedo, resentimiento, celos, inseguridad, desánimo, desesperación— desaparezcan.
Finalmente, nos damos cuenta de que nada en nuestras vidas cambiará… hasta que nosotros cambiemos.
En estos momentos de crisis, tenemos que mirar hacia adentro. Es entonces cuando tenemos que hacernos preguntas más importantes: “¿Quién soy yo? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Soy feliz? ¿Es esto lo que realmente quiero?” Son preguntas del alma. Y estas son las semillas que plantamos.
En la supervivencia —en un estado de miedo— lo desconocido se percibe como una amenaza o un peligro. Sin embargo, cuando el alma está despierta e interesada en crear la próxima nueva experiencia, lo desconocido se convierte en la aventura.
Y entonces, el alma pregunta: ¿Qué más me queda por explorar? Y, con eso, plantamos la semilla que finalmente conducirá a cultivar un corazón floreciente. A medida que el alma se despierta, pasamos del terreno baldío a la tierra fértil. Comenzamos a salir de la supervivencia para adentrarnos en la creación... y empezamos a ver y experimentar de nuevo la realidad, tal y como es.
Una vez que hemos preparado el terreno con nuestras intenciones y nuestra conciencia... y hemos plantado la semilla al hacernos preguntas importantes sobre nuestra experiencia y evolución... pasamos a la siguiente etapa de la práctica. Aprendemos a nutrir el nuevo y tierno brote que surge de la tierra… y a brindarle las condiciones y los cuidados adecuados para que florezca, pétalo a pétalo.
Hablaremos de eso en la Parte II.