Ya sea que lo piense como una entidad, una energía, el campo unificado en física cuántica o la madre naturaleza, la inteligencia divina que gobierna toda esta realidad tridimensional en orden encarna la unidad y la unidad. En todo momento, esta energía de plenitud y amor está tanto dentro de nosotros como a nuestro alrededor, pero solo nos damos cuenta de ella cuando ponemos nuestra atención en ella. Con las vacaciones sobre nosotros, es un momento perfecto para emular lo divino, porque a medida que lo emulamos, nos volvemos más como él.
Si miramos a la madre naturaleza, como ejemplo, en su orden natural es absoluta, total, regenerativa y completa. En actos desinteresados de renacimiento y renovación, está constantemente retribuyendo, apoyando todos los aspectos que componen su ecosistema. Como sostiene todas las piezas que componen el conjunto, se mueve constantemente hacia el orden, la prosperidad y la abundancia. ¿Cómo sería eso en nuestras propias vidas?
Si emulamos lo divino viviendo en un estado de abundancia, apoyaríamos a nuestra comunidad (o ecosistema) devolviendo lo que tenemos en exceso, ya sean recursos económicos, ropa, tiempo, servicios o incluso nuestra presencia a alguien. quien lo necesita. En este acto, lo que seguramente descubrirás es que existe una relación simbiótica entre dar y gratitud, una que también existe tanto dentro como fuera de nosotros, desde la comunidad de nuestras células, a la comunidad de nuestra familia, a la comunidad de nuestros barrios, pueblos, ciudades, etc.
Acabamos de pasar el solsticio de invierno que marca el día más corto y la noche más larga del año. Ya sea que lo vea como un ciclo estacional o anual, cuando uno llega y termina y otro comienza, es una gran oportunidad para reflexionar, completar y pronosticar. Entonces, en medio de todo el frenesí de la temporada, tómate un tiempo para hacer una pausa, hacer un inventario y perdonar a los demás, a ti mismo o tus pérdidas; luego, aprende de tus errores y sigue adelante. Esta finalización le permite comenzar a planificar el nuevo ciclo, el nuevo capítulo y el nuevo año que se avecina.
Las vacaciones son un momento ideal para que estemos presentes, tanto con nuestros amigos y familiares, como con nosotros mismos. Es el momento de dar y dar gracias, de ser desinteresado y de apreciar a las personas más importantes de nuestras vidas. Todas estas son cualidades y características de lo divino, y cuando comenzamos a perdonar más y amar más, nos volvemos más como él.
Perdonar es aligerar nuestra carga y amar es alumbrar el camino. En invierno, la estación más oscura del año, es el momento perfecto para llevar tu luz al mundo.